Escribe: Adriana Carrión Gonzáles (KATURY)
El ejercicio profesional del Derecho para la mujer cusqueña y peruana es una experiencia muy reciente, solo desde 1954; mientras los varones tienen que responder por todas las injusticias ocurridas en los últimos cinco siglos.
Aquí hay un tremendo desequilibrio profesional de género, que se arrastra hasta el día de hoy, explicando la situación de discriminación y marginación que aún persiste hasta nuestros días.
A principios del siglo XX el derecho de ciudadanía era netamente ejercido por la población alfabetizada y masculina, debido a diferencias de género que no permitían el ejercicio profesional de las mujeres.
Rosa Augusta Rivero Ricalde fue la primera mujer cusqueña en ejercer la abogacía; para algunos era el colmo del liberalismo profesional, pero para ella fue una profesión, un apostolado y una acción revolucionaria que aleccionó a todas las mujeres para seguir superándose profesionalmente
En 1926, la joven de veinte años Rosa Augusta Rivero Ricalde participó enérgicamente en el grupo EL ANDE, que con el pasar del tiempo sería pionero del Partido Comunista del Cusco, compuesto en su mayoría por estudiantes universitarios que estaban dirigidos por Román Saavedra y en el comité de redacción se encontraban Oscar Rozas, Aquiles Chacòn, y como director artístico Julio G Gutiérrez, entre otros. Todos estos cusqueños, estaban unidos por el sentimiento de simpatías ideológicas de transformación y rebeldía contra el régimen social y político imperante.
Al mismo tiempo, esta magnifica y revolucionaria mujer del Derecho, funda la revista ALBORES, que es un nuevo “despertar” por la búsqueda de los derechos de la mujer, dentro del entorno egoísta e individualista de la cultura cusqueña. “Albores” no era solo de actualidad, como muchas revistas que abundan en nuestro medio, sino era una invitación a la reflexión. Era además una revista de acción, de trabajo insaciable por cambiar la indiferencia del pueblo.
Esta revista no pretendía formas de desarrollo feminista revanchistas contra el género masculino, que no va de acorde a nuestra realidad, como ocurre en Europa, donde se ejerce un feminismo extremista, el cual quiere hacer de la mujer un ente que gire fuera de su centro social, desviando la trayectoria que le ha delegado su entorno.
Así “Albores será pensar sentir y anhelar, del elemento femenino universitario que da el primer paso, se ofrece en holocausto a las redenciones femeninas regionales que sea digno¡¡¡ holocausto en pro de la mujer!!!” subraya Rosa Augusta Rivero, en la presentación de la revista Albores (1926) .
Augusta Rivero, escritora, abogada, poetiza y militante del Partido Comunista, de convicción profundamente solidaria, en aquella época observó el maltrato a la mujer trabajadora con un salario 50% menos que el de un varón, de igual forma, las mujeres trabajaban entre 9 y 10 horas diarias, hechos que la llevaron a invocar a la mujer para organizarse sindicalmente a fin de hacer respetar sus derechos y luchar contra la explotación.
Pero ella, a diferencia de otras mujeres gloriosas del siglo XX , consideró que era imprescindible que la mujer también pudiese acceder a la defensa profesional del Derecho.
Estudiar esta carrera en un mundo de machistas, en una universidad masculinizada, en un gremio de sombrero y levita fue una hazaña, solo comparable con las grandes reformas de género operadas en este tiempo.
En 1932, el gobierno de Sánchez Cerro, encarceló a la joven Rosa Augusta Rivero, en la cárcel de mujeres del Cusco, conjuntamente que Concepción Ramos y Sofía Luna Coello, durante un periodo de tres meses y luego fueron trasladadas al penal de mujeres Santo Tomas de Lima, donde permanecerían seis meses totalmente incomunicadas y privadas de su libertad por reclamar los derechos políticos y sociales de la mujer y por sus ideales revolucionarios.
Estando en la cárcel, no dejaron de enseñar sus ideas revolucionarias y de abierto cuño feminista. Ellas más tarde, tuvieron que verse obligadas a realizar la primera huelga de hambre, llevada a cabo por presas políticas en el país.
Los nombres de Zoila Cáceres, Ángela Ramos, Estela Bocángel y Rosa Augusta Rivero aleccionaron la existencia del frente femenino peruano. Esta alianza de mujeres decididas a la obtención del derecho de ciudadanía se vio plasmada en 1954, durante el gobierno de Manuel A. Odría, año en el que se propone el derecho a voto para la mujer, y un año después es promulgada a través de la Ley N º 12391, el 7 de setiembre de 1955.
Fue una gran mujer decidida a construir la nueva verdad del siglo. Rosa Augusta Rivero, activa, contestataria y combativa. Incluso hoy en día, 52 años después del primer ejercicio profesional del Derecho por parte de una mujer, es difícil encontrar a una persona que lo arriesgue todo, su familia, su profesión, hasta su vida, en aras de sus ideales.
Es una lástima que en las diferentes facultades de Derecho del Cusco, los docentes sigan encubriendo y estafando a la historia, al ignorar la gran reforma social y profesional generada por las mujeres. Desconocer el trabajo de Rosa Augusta Rivero Ricalde y otras como ella, es una infamia en los momentos actuales, solo explicable por la ignorancia en unos casos y el machismo en otros.
Sin embargo, la buena noticia es que actualmente las mujeres constituyen el 65% de la población estudiantil en las Fac. de Derecho. Ese solo dato, nos conduce a la feliz certeza de que las cosas cambiaran en los siguientes años, de manera positiva, sabiendo que la mujer tiene un rol protagónico en la sociedad.